Uno de los aspectos que me tiene feliz de compartir los videos que
subo a la red son los comentarios, opiniones y reflexiones que recibo
de vuelta. Pero también debo decir que en algunos de ellos percibo
infelicidad, tristeza, soledad, desesperanza, frustración.
Eso me llevó a preguntarme: ¿qué es la felicidad? ¿cómo se alcanza
la felicidad? Es una pregunta profunda e interesante. ¿Cuántas veces
nos la hemos hecho? Estoy convencido que todos queremos ser
felices, no creo que exista una persona que no quiera ser feliz.
En lo personal me declaro una persona feliz y optimista, lo que no
significa que viva en forma permanente en ese estado.
Existen muchas definiciones de felicidad, pero hasta donde he
investigado nunca se ha podido arribar a una definición única y eso –
creo yo- se debe a que la felicidad es un estado emocional que
varía dependiendo de cada persona, en otras palabras, lo que me
hace feliz a mí, no necesariamente hace feliz a otro.
Para explicarlo mejor, les voy a contar una conversación que sostuve
con un viejo amigo hace muchos años atrás. Un día mi amigo me dijo:
tú eres feliz trabajando, haciendo lo que haces, pero yo, a pesar de
que me va bien en lo que hago, no me hace feliz trabajar, así es que
apenas pueda me voy a jubilar y estoy seguro de que tu continuarás
trabajando hasta que te mueras. Y es verdad. Pero también es verdad
lo que me dijo mi amigo, ninguno de los dos tiene más razón que el
otro. Cada uno es feliz a su manera.
Desde esa ocasión me he preguntado por dónde pasa la diferencia. Y
la respuesta que hasta aquí he encontrado es que, en mi caso, no sólo
está involucrado el acto de trabajar y recibir una recompensa
económica a cambio, que sin duda es necesaria para vivir y motivar,
sino que siento que en el acto de trabajar hay un dar, un entregar algo
que ayude a otras personas a alcanzar satisfacción, a estar alegres, a
construir esperanza y a ser felices.
Creo que en el dar está la felicidad. Es lo que hace un profesor con
vocación cuando ve crecer a sus alumnos y luego los ve
transformados en buenas personas; o un policía que arriesga su vida y
sacrifica sus horas de descanso y familia para darle seguridad a otros;
o un médico que salva una vida; o un abogado que ayuda a hacer
justicia; o un recolector de basuras que a través de ese acto nos
provee salud. Y así, ejemplos hay muchos.
Solemos confundir la felicidad con el bienestar, y no es lo mismo.
Vivimos en el paradigma de ambicionar bienes, servicios, salud, y no
digo que eso esté mal, pero nos olvidamos de dar, pensamos que es
una pérdida de tiempo y juzgamos muchas veces a quienes nos piden
algo. Dar es multiplicar la felicidad y si podemos ayudar a que otros
sean felices, se nos devolverá en felicidad.
Te invito a intentarlo, a que des sin esperar nada a cambio, a dar sin
juzgar y te puedo asegurar que estarás dando un paso gigantesco
hacia la felicidad.
No olvides, el pasado no lo podemos cambiar, pero el futuro lo
podemos construir.
Cree en tí