En el video de la semana pasada les compartí una reflexión acerca de
cómo podemos alcanzar la felicidad, dejando en claro que no se trata
de una fórmula mágica ni matemática donde 2+2=, porque tiene que
ver con las emociones en las que vivimos las personas.
Recuerdo que en una parte les decía que, no pocas personas, tienden
a asociar la felicidad con el bienestar material, y con esto no quiero
decir que sea malo aspirar a tener bienestar material, sino
simplemente que son dos cosas diferentes.
Para explicarlo mejor, les voy a contar una historia real que me tocó
vivir hace ya varios años atrás.
Un día, un señor al que le había ido muy bien económicamente en la
vida, pidió reunirse conmigo. Esta persona tenía capacidad para
comprar todos los bienes que quisiera, tenía una hermosa casa en la
ciudad, otra en la playa y otra en el sur del país, varios vehículos a su
disposición, podía viajar donde quisiera y tenía una gran influencia en
la comunidad; además, a su muerte, dejaría asegurada
económicamente a lo menos a las dos generaciones siguientes. Pero,
a pesar de todo eso, no era feliz, más bien vivía en la infelicidad.
Ese día, llorando me dijo, no sé qué hacer, me he esforzado tanto en
la vida para tener una buena situación económica y darle todo a mi
familia, pero ni con todo ese dinero he podido sacar a mi hijo de la
adicción a las drogas. Lo he enviado a todos los Centros de Salud y de
Rehabilitación que me han recomendado y en ninguno le han podido
ayudar a controlar su adicción y muero de tristeza al ver como cada
día se va apagando como ser humano y perdiendo su dignidad.
Muchas veces pensamos y creemos que si dispusiéramos de más
bienes materiales seríamos más felices, y la verdad es que la
prosperidad material no garantiza la felicidad, tal como le ocurría a
esta persona. Como contraparte podemos señalar que un monje
budista que abandona todo lo material para retirarse a la
contemplación y meditación es inmensamente feliz, al igual que lo es
una monja de claustro. La felicidad viene desde nuestro interior, desde
nuestro corazón, desde nuestra alma y nos provee de alegría,
esperanza, optimismo.
No olvides, el pasado no lo podemos cambiar, pero el futuro lo
podemos construir